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La hiperpaternidad es un modelo de educación que nace en los Estados Unidos en los años 80 y que se ha extendido llegando también a España. Se trata de un estilo de crianza en el que los niños se han convertido en el centro de las familias.

Los padres están encima del niño resolviendo sus problemas, anticipando sus necesidades y deseos, tomando decisiones por ellos y dándoles todo lo que consideran que necesitan, procurándoles lo mejor en cuanto a educación, ocio, formación y extra formación. Los padres deben ser hiperpadres para educar a niños de éxito.

Esta tendencia se sigue cada vez más en las familias de clase media y media-alta y puede llegar hasta límites que algunos expertos consideran perjudiciales tanto para los padres como para los hijos porque conlleva a consecuencias negativas como, por ejemplo, en los hijos la falta de autonomía, la dependencia, el estrés debido a la cantidad de actividades y estimulación, sobreprotección y niños que se creen con «derecho a todo».

Eva Millet, periodista e interesada por temas de educación y parenting, ha publicado recientemente el libro «Hiperpaternidad» donde explica las características de este modelo de crianza contemporáneo, sus consecuencias negativas y cómo evitarlo.

Características de la hiperpaternidad

  • Padres que buscan la escuela perfecta: Escoger colegio es algo que por lo general preocupa a la mayoría de los padres y es un tema en el que las opiniones pueden ser muy dispares y todas respetables, pero la obsesión por encontrar la escuela perfecta es una de las características de los hiperpadres. Visitan docenas de colegios e investigan sus características. Más adelante se involucran muchísimo en todo lo que implica el desarrollo académico de sus hijos.
  • El maestro ya no tiene la razón: Poner en cuestión el quehacer de los profesores, monitores o entrenadores de sus hijos y restar importancia o valor a lo que los maestros dicen de sus hijos cuando no son comentarios positivos.
  • Obsesión por la estimulación precoz: Que los niños destaquen lo antes posible y que aprendan lo antes posible a escribir, leer, practicar algún deporte o idiomas. Las escuelas y academias especializada en aprendizaje precoz fomentan esta tendencia.
  • Falta de tiempo: Tardes enteras repletas de actividades extraescolares con idas y venidas en coche y sin tiempo para jugar o descansar.
  • Los reyes de la casa: A los hijos se les da «todo» y no se les exige nada. Se les solucionan los problemas sin dejar que se frustren.
  • Constante atención: A cualquier contratiempo o implicados en las vidas de los hijos pero allanando el camino ante sus dificultades o «sacando las castañas del fuego».
  • Adulación y refuerzo merecido e inmerecido.

La  sociedad actual y la cultura del consumo han contribuido al desarrollo de estas pautas de crianza ya que según Millet «hoy queremos dientes prefectos, un cuerpo perfecto, las vacaciones y la casa perfecta, y los niños perfectos  y como padres sentimos mucha presión social para darles a nuestros hijos lo mejor. Muchos padres están dispuestos a sacrificar su tiempo, recursos y dinero para que sus hijos disfruten de TODO y los hijos son un reflejo del estatus conseguido».

Las consecuencias negativas de esta forma de educación que se dan en los hijos son, según los expertos en educación, la baja tolerancia a la frustración, el narcisismo, la falta de autonomía, la falta de resiliencia, la baja capacidad para adaptarse a los cambios, para resolver problemas por sí mismos, poca capacidad de esfuerzo, poca capacidad para aceptar un «no», sobreprotección, altas expectativas de éxito y autoexigencia sin capacidad para resolver problemas por sí mismos.

¿Qué hacer para no ser hiperpadres y hacer «menos caso» a los hijos?

  • No «cargar» por sistema con sus cosas o hacer todo por ellos.
  • Dejar de preguntarle todo ya que hay cosas que aún no están capacitados para decidir como qué comer, cuando han de acostarse o el medicamento que deben tomar.
  • Practicar la «sana desatención«: no anticipar posibles contratiempos, o estar siempre a su lado para intervenir al mínimo contratiempo.
  • Confíe en  las capacidades de su hijos y transmítales esa confianza.
  • No hablar en plural a la hora de referirse a sus hijos.
  • Fomentar la autonomía en la escuela y en general en todos los ámbitos de la vida de su hijo. Deje que haga todo lo que sea capaz de hacer aunque le cueste un esfuerzo y paciencia.
  • Fomente, además del aprendizaje académico, valores como la constancia, el esfuerzo, la capacidad de superación, la gratitud, la empatía y la capacidad de frustración.
  • Ponga límites a sus hijos y enseñe a encajar un NO.
  • Utilice el refuerzo positivo para premiar las ganas, el esfuerzo, el intento.
  • Deje tiempo para el aburrimiento, para parar, para jugar solos, para estar en casa y descansar.

En definitiva, esta autora nos anima a practicar el undreparenting o hacerle menos caso a los hijos para fomentar su autonomía, su capacidad de esfuerzo y su tolerancia a la frustración, todas ellas cualidades que mejorarán su desarrollo personal.

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