La disciplina positiva es una metodología educativa desarrollada por Jane Nelsen en los años 80 y que se basa principalmente en compaginar la amabilidad y el cariño con la firmeza. El amor y el cariño expresados a los hijos son la base de la felicidad, sin amor no hay felicidad, pero sin una base sólida en la que asentar unas normas y una guía de comportamiento podemos caer en el error de criar niños frágiles y sin un criterio adecuado.
La disciplina positiva se inspiró en los trabajos del doctor Alfred Adler y el psiquiatra infantil Rudolf Dreikurs realizados en los años 20, cuya principal premisa era formar a los padres para que pudieran educar adecuadamente a sus hijos, fomentando una relación basada en el respeto, el amor y en tener en cuenta cómo se siente el niño.
Jane Nelsen desarrolló programas educativos para padres y maestros en los que enseña estrategias para implementar esta metodología en casa y en el colegio. Propone educar desde el respeto mutuo y la cooperación intentando entender el comportamiento del niño para, de forma empática, ofrecerle formas de actuar mas adecuadas.
La disciplina positiva se basa en seis principios fundamentales según Jane Nelsen:
1.- Los niños que se portan mal son «niños desanimados» que tienen ideas erróneas sobre la manera de lograr su objetivo primario de pertenecer. No podemos ser eficaces a menos que abordemos las creencias erróneas y no sólo la mala conducta.
2.- Anime y estimule a sus hijos a sentir “pertenencia”, con lo que la motivación para mal comportamiento, será eliminada. Celebre cada paso en la dirección de la mejora en lugar de centrarse en los errores.
3.- Una gran manera de ayudar a los niños a sentirse alentados es pasar tiempo especial con ellos.
4.- Pida a sus hijos al final del día que compartan con usted su «momento más triste» y su «momento más feliz» durante el día.
5.- Tenga reuniones para resolver los problemas con cooperación y respeto mutuo. Esta es la clave para crear un ambiente de amor, respeto mientras ayuda a los niños a desarrollar autodisciplina, responsabilidad y cooperación.
6.- Dé a los niños trabajos significativos. Muchos padres hacen cosas que los niños pueden hacer por sí mismos y entre sí. Los niños sienten pertenencia cuando saben que pueden hacer una contribución real.
7.- Decidan juntos qué trabajos hay que hacer. Los niños tienen la motivación y entusiasmo cuando se incluyen en las decisiones.
8.- Tómese el tiempo para la formación. Asegúrese de que los niños entiendan lo que «limpiar la cocina» significa para usted.
9.- Enseñe y modele el respeto mutuo. Una forma de hacerlo es ser amable y firme al mismo tiempo: amable para mostrar respeto por el niño y firme para demostrar respeto por ti mismo y «las necesidades de la situación.»
10.- Actuar en el momento apropiado mejorará su eficacia por diez. No «trabajar» para hacer frente a un problema en el momento del conflicto. Enseñe a los niños acerca de los períodos de reflexión.
11.- Deshágase de la loca idea de que el fin es hacer que los niños lo hagan mejor, lo primero que logrará es hacer que se sientan peor. ¿Te apetece hacerlo mejor cuando te sientes humillado?
12.- ¡Enseñe a los niños que los errores son oportunidades maravillosas para aprender! Una buena manera de hacerlo es modelar usted mismo mediante el uso de las tres R de la recuperación después de haber cometido un error:
(1) Reconozca su error.
(2) Reconciliación: Decir «lo siento, no me gustó la forma en que actué»
(3) Resolver: Enfóquese en las soluciones y no en buscar culpables.
13.- Centrarse en las soluciones en vez de consecuencias. Muchos padres
intentan disfrazar el castigo llamándolo una consecuencia lógica. Debemos pedir a los niños que participan en la búsqueda de soluciones que sean:
(1) Relacionadas con el problema
(2) Respetuoso
(3) Razonable
(4) Amable
14. Asegúrese de que el mensaje de amor y respeto llegue al niño. Comienza con «Me preocupo por ti. Estoy preocupado por esta situación. ¿Vas a trabajar conmigo en una solución? »
Ánimo y a ponerlo en práctica!!