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Al margen de la polémica acerca de si debe haber tareas escolares y cuántas tareas cada tarde lo cierto es que la vida escolar de nuestros hijos va a requerir de esfuerzo y dedicación por su parte y es responsabilidad de los padres que tengan una visión positiva y participen de buen agrado de todo lo relacionado con la escuela.

A medida que van avanzando de curso las demandas del colegio son cada vez mayores con más contenidos, mayor complejidad de los mismos y mayor tiempo de dedicación para superarlos, adquiriendo su mayor dificultad en la Educación Secundaria (ESO).

Es muy frecuente en nuestro trabajo diario con niños y adolescentes la demanda de problemas con los estudios, normalmente en forma de malas calificaciones, suspensos e incluso repetición del curso por no haber superado los objetivos académicos. Cuanto más mayor es el paciente (niño o adolescente) más difícil (aunque no imposible) va a ser reconducir su manera de estudiar o enfrentarse a las tareas escolares.

Lo primero que hacemos es una evaluación del caso mediante entrevistas y cuestionarios tanto del niño-adolescente como de los padres para ver los motivos del bajo rendimiento académico. Puede ocurrir que los motivos sean solamente conductuales o de relación con los padres o que haya algún problema de aprendizaje (dislexia, discalculia, CI bajo). Vamos a centrarnos en los casos en los que la conducta del niño o adolescente y la de sus padres es la causante del problema para dar unas pautas eficaces.

Con respecto a los padres es muy importante que tengan una actitud de cooperación y motivación hacia el estudio y no de control, riñas, reprimendas, sermones y enfados. Es fácil que se den este segundo tipo de relaciones y es una de las primeras cosas que vamos a cambiar ya que la mala comunicación y la atención a la conducta negativa del niño va a hacer que se incremente ésta. Por poner un ejemplo es muy frecuente que los padres presten toda su atención al niño cuando no está estudiando o es lento o posterga el inicio de los deberes poniendo mucha emocionalidad en su atención (enfadándose mucho y exasperándose) y sin embargo en los momentos en los que el niño es aplicado (aunque sean menos) no le presten ninguna atención porque se supone que es lo que tiene que hacer. Esta comunicación o calidad y cantidad de la atención por parte de los padres hacia la conducta deseable o negativa del niño es una de las causas principales del bajo rendimiento.

Si desde pequeños creamos un buen ambiente (atendiendo a conductas positivas por pequeñas que sean, animando al niño y comentando su buen hacer) estaremos transmitiendo un rol de buen estudiante y fomentando que el niño tenga más interés. Si por el contrario creamos un mal ambiente (criticando su comportamiento indeseable, riñendo, ignorando las conductas positivas) el niño crecerá con la autoimagen de mal estudiante que esteremos proyectando con nuestra conducta como padres.

Es muy frecuente en los primeros años de escolaridad que por parte de los niños se de algún tipo de rechazo hacia los deberes y el estudio y es tarea de los padres reconducir este rechazo de forma positiva para convertirlo en aceptación.

Interesarnos por sus tareas, sus resultados, sus avances, sus problemas, su vida escolar hará que se sientan bien y que estén más dispuestos a ser buenos estudiantes.

Además de fomentar una buena comunicación y actitud positiva y cooperativa hacia todo lo relacionado con los estudios, fomentar que haya unos buenos hábitos de estudio es otra clave importante para el éxito escolar.

Estos hábitos deben empezar a instaurarse desde los primeros cursos de educación primaria e ir avanzando en dificultad conforme van avanzando los cursos con el objetivo de llegar a la ESO con un buen rendimiento y unos pilares que le den a nuestro hijo seguridad para abordar con firmeza la educación secundaria y el resto de sus estudios.

Estos hábitos serían los siguientes

  • Tener un horario de estudio. Empezar todos los días a la misma hora y tener también una hora estipulada aproximada para terminar. Si hay actividades extraescolares puede que haya que poner el horario en función de éstas, pero también ponerlo.
  • Hacer los deberes al día. Esto es hacer los deberes el día que los manda el profesor y no dejarlos para el día antes de la asignatura en cuestión.
  • Repasar en casa lo dado en clase e ir estudiando la asignatura conforme la vamos explicando en clase. La mayoría de los estudiantes te dirán que no pueden estudiar días antes porque se les olvida todo lo aprendido y luego tiene que volverlo a estudiar. Esto es absolutamente FALSO y está demostrado que si estudian con antelación se asienta mucho mejor la materia y cuando tengan que estudiar antes del examen lo estudiarán más rápido y mejor.
  • Apuntar todo el deber en la agenda.
  • Hacer un planing semanal. Una vez a la semana (preferiblemente fijar un día) hacer un listado de todo lo pendiente (trabajos, lectura, exámenes) y distribuirlo entre los días de la semana para tenerlo organizado y garantizar la realización.
  • Preparar la cartera para el día siguiente al finalizar los deberes.

¿Cómo instaurar estos hábitos?

En primer lugar hay que propiciar que estas conductas se puedan dar. Tener el lugar adecuado para estudiar, tener el tiempo y a un adulto que pueda hacerse cargo de la supervisión diaria de su cumplimiento.

Después hacemos un registro diario del cumplimiento en una tabla que recoja cada una de las conductas y los días. Poniendo una cruz cuando la conducta se ha dado correctamente y otro signo si la conducta no se ha cumplido. Es muy importante hacer este registro conjuntamente con el niño y motivar elogiando sus progresos.

De esta forma vamos motivando al niño y le damos una idea de cómo va en el cumplimiento para que se automotive. El cumplimiento de las conductas diarias le otorga privilegios como ver la televisión, usar el ordenador un tiempo estipulado o usar el móvil en el caso de adolescentes. Estos privilegios tienen que estar estipulados de antemano con el niño y nuestra capacidad de negociación debe permitirnos que sea consensuado. También deben ser privilegios que sean proporcionados con las tareas a realizar que sean suficientemente motivantes para el niño sin darle demasiado. El incumplimiento, a su vez, lleva asociada la pérdida de privilegios y esto también debe estar debidamente consensuado con el niño o adolescente.

En este post hemos comentado cinco conductas básicas como hábitos de estudio para hacerlo más fácil y eficaz pero se pueden añadir otras como realizar esquemas, resúmenes, tener el material a mano, tenerlo ordenado, etc.

Todo esto con positivismo, cooperación y trabajando conjuntamente con el niño  hará que estas conductas se instauren dentro de su repertorio haciéndose habituales en su quehacer diario. La instauración de estos hábitos puede durar semanas o meses dependiendo del caso pero no conviene mantener estos programas si se ve que no están funcionando.  Son muy efectivos pero puede que haga falta la ayuda profesional para llevarlos a cabo correctamente.

Cuando el cumplimiento se realice durante seis semanas aproximadamente se van dejando de apuntar y se pasa a reconocer el esfuerzo verbalmente supervisando que se sigan cumpliendo hasta que el niño es autónomo.

Esta técnica hay que realizarla conjuntamente y necesariamente con el paso previo que hemos comentado referente a la comunicación positiva. Sin esta comunicación positiva como paso previo la tabla de hábitos no tiene ninguna posibilidad de funcionar.

Esperamos que podáis poner en práctica la información y os sirva de ayuda para mejorar el rendimiento académico de vuestros hijos.

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