Tanto en la Psicología Clínica como en la Forense encontramos a diario consecuencias emocionales en los hijos por el comportamiento de los padres durante y después del divorcio.
Niños con problemas de ansiedad, de comportamiento, bajo rendimiento académico y baja autoestima, ocasionados por la forma en que sus progenitores gestionan la relación post ruptura con el otro progenitor, con las familias políticas y con los propios hijos.
Los niños/as
Hay niños verdaderamente resilientes y con habilidades y madurez suficientes para sobrellevar las situaciones conflictivas y en ocasiones nos sorprenden gratamente por su forma de manejarse y dar lecciones de comportamiento y valores a sus padres. Hoy mismo me ha sorprendido la actitud de una niña de 10 años que se negaba a cumplir el régimen de visitas con su padre por el comportamiento de éste hacia ella, con una comunicación clara y directa le expresaba a su padre su descontento por ciertos comportamientos. Los padres tenemos el deber de comprender a nuestros hijos y ponernos de su parte en lugar de actuar a la defensiva.
La separación de los padres es uno de los peores momentos que puede vivir un niño pero esto depende de muchos factores y somos los padres los que tenemos que tener en cuenta éstos para procurar que los hijos sufran lo menos posible. Factores que pueden afectar negativamente a la adaptación de los hijos al divorcio son:
- Personalidad del niño/a. Si es reservado, muy sensible, le cuesta expresar sus sentimientos o tiene baja autoestima le será más difícil apoyarse en sus mayores y hablar de lo que le preocupa o perturba. En este caso los padres tendremos que estar muy pendientes de sus reacciones, pasar tiempo con él/ella, preguntarle cómo se siente, qué opina. Hablar abiertamente y con naturalidad de cualquier tema o duda que pueda tener. Insistir a menudo en estas cosas porque un día puede ser infructuoso y al día siguiente que nos cuente y se explaye.
- Escasa o inadecuada comunicación entre padres e hijos. La comunicación es crucial para dar apoyo y, como he comentado en el punto anterior, hablar con los hijos de cómo se sienten, qué postura tienen frente a situaciones, sus opiniones y expectativas les hará sentirse importantes, seguros y comprendidos. Por otra parte, una mala comunicación puede suponer un riesgo para el desarrollo emocional niño. Reprochar cosas a los hijos, culparles, hacerles responsables de cosas de los adultos, hacerles partícipes de nuestros sentimientos negativos, gritar, insultar a ellos o al otro progenitor, no ponernos en el lugar del niño, invalidar sus sentimientos u opiniones hará que se sientan mal y que no tengan la oportunidad de expresarse y sacar a la luz lo que les preocupa.
- Relación conflictiva entre los padres con puntos de vista diferentes sobre aspectos importantes de su vida (disputas sobre las actividades extraescolares a las que irá el niño, sobre el régimen de visitas, etc) y con discusiones acaloradas en presencia de los hijos. En otro artículo comenté el conflicto de lealtades en el niño tras el divorcio que consiste en la confusión que los padres crean en el menor al obligarlo a posicionarse de un lado u otro.
- La mala aceptación del divorcio por uno de los progenitores que se puede convertir en una persona deprimida y hostil con el coste emocional que esto puede suponer para los hijos. Estas situaciones pueden extenderse durante años y hacer mucho daño a los hijos y a ambos padres.
- Interferencia parental: Cuando uno de los padres hace comentarios negativos del otro progenitor en presencia de los hijos e intenta manipular a los hijos para que se pongan en contra del otro. También puede hacerse extensivo a la familia política.
- Trastornos emocionales de uno o ambos progenitores tras el divorcio.
- Factores sociales como la pérdida de poder adquisitivo, cambio de residencia, de escuela, de amigos, falta de contacto con uno de los padres, nuevas parejas de los padres.
Los progenitores
Los progenitores, que son los principales responsables del bienestar de sus hijos, son también los que se ven inmersos en estas dificultades sin darse cuenta de que están perjudicando a lo que más quieren. Echan la culpa a la otra parte del conflicto y no se sientan con sus hijos a mirarles a los ojos preguntarles cómo se sienten.
Lo que podemos hacer para ayudar a los hijos en la adaptación positiva al divorcio es:
- Anteponer el bienestar del niño a cualquier otro aspecto relacionado con la pareja o ex-pareja.
- Hablar con sinceridad y naturalidad sobre el divorcio y no intentar ocultar la situación a los niños una vez se ha tomado la decisión.
- Explicar qué va a cambiar y qué no va a cambiar.
- Preguntar a los hijos cómo se sienten, qué opinan, qué esperan que va a ocurrir, cómo se sienten con sus padres, qué les enfada, qué les pone tristes. Aclarar dudas y expectativas.
- Aceptar sus sentimientos y opiniones sin invalidarlos y dejar que los expresen libremente acompañándoles en el proceso.
- Tener una relación lo más cordial posible con el otro progenitor y su familia.
- Apartar al niño del conflicto interparental en el caso que lo haya.
- Tener una relación lo más afectiva y positiva posible con los hijos.
- Mantener en lo posible las rutinas y los hábitos de higiene, cuidado y atención hacia los hijos así como de disciplina.
A pesar de la información hay ocasiones en las que no es fácil poner en práctica lo que consideramos es mejor para los hijos y hay que tomar la decisión de acudir a un profesional de la psicología que nos oriente y apoye en el proceso de adaptación a la situación del divorcio.
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