Hasta hace relativamente poco tiempo se pensaba que el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) remitía en la adolescencia, es decir, los síntomas principales desaparecían.
Hoy en día las investigaciones confirman que hasta el 70% de los niños diagnosticados de TDAH seguirán padeciendo el trastorno en la vida adulta. De hecho los principales manuales diagnósticos, el DSM-V de la Asociación Americana de Psiquiatríael y el CIE 10 de la Organización Mundial de la Salud, han trabajado en los últimos años (en 2013 y 2017 respectivamente) en la inclusión del TDAH adulto como entidad diagnóstica.
Esta semana leí en un artículo de la revista digital Redacción Médica que «El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en el adulto se incorpora como alteración psiquiátrica a la clasificación internacional de enfermedades o CIE-11, el 1 de enero de 2018. En esa misma fecha, entra en vigor esta undécima versión del manual diagnóstico de patología psiquiátrica referente en Europa».
Se estima que el 4% de la población adulta tiene TDAH (Kessler et al., 2006) y para realizar el diagnóstico se deben dar los síntomas desde la infancia y persistir una alteración clínicamente significativa o un deterioro en más de un área importante de su actividad, como el funcionamiento social, laboral, académico o familiar.
Los adultos con TDAH suelen manifestar principalmente síntomas de inatención y de impulsividad, ya que la hiperactividad disminuye con la edad. Por otra parte, los síntomas de hiperactividad en los adultos a diferencia de los niños se manifiesta como un sentimiento subjetivo de inquietud.
Otros síntomas del adulto con TDAH relacionados con el funcionamiento de las funciones ejecutivas son (según T.E. Brown 2001) son:
- Activación: Dificultades para organizarse, establecer prioridades y activarse para trabajar. Lo que les lleva a dificultades en la consecución de metas a medio o largo plazo o realización de trabajos. Esto hace que dejen las cosas a medias.
- Foco: Concentrarse, cambiar y mantener la atención en tareas que requieren de la misma. Les llevan a despistes, dificultades a la hora de realizar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido, olvidos.
- Esfuerzo: regular el estado de alerta, mantener un esfuerzo y procesar la información a velocidad normal. Lentitud en la realización de algunas tareas, falta de constancia.
- Emoción: controlar la frustración y modular las emociones. Labilidad emocional, catastrofizaciones, enfados ante situaciones imprevistas o que no desean, dificultades en las relaciones interpersonales.
- Memoria: Usar la memoria funcional y tener acceso a los recuerdos.
- Acción: controlar las acciones. Consecución de metas.
Estos síntomas llevan a consecuencias en el funcionamiento general del paciente y en la vida cotidiana presentando más frecuencia de alteraciones en el rendimiento académico, dificultades en la adaptación al medio laboral, en las relaciones interpersonales, problemas en la conducción de vehículos, problemas de pareja, así como en el estado mental y un elevado riesgo de consumo de sustancias tóxicas.
Según un estudio de Barbaresi de 2013 entre el 70 y el 75% de adultos con TDAH tienen, al menos, otro trastorno psicológico coexistente y los más frecuentes son: Trastorno de Ansiedad (24-60%), Trastorno del Estado de Ánimo (Depresión Mayor 16-31% y Trastorno Distímico 19-37%), Abuso de Sustancias (Abuso de Alcohol 32-53% y abuso de otras sustancias 8-32%), Trastorno Obsesivo Complulsivo (4-14% ).
Los tratamientos psicológicos se han estudiado solamente durante la última década y debido a la gran heterogeneidad del trastorno, teniendo en cuenta las diferentes presentaciones existentes en el TDAH (inatento, impulsivo, hiperactivo), la multitud de procesos cognitivos involucrados en las funciones ejecutivas (activación, foco, esfuerzo, emoción, memoria, acción) y la elevada coexstencia con otros trastornos en el mismo paciente no hay un «estándar» de perfil de adulto con TDAH ni un tratamiento «estándar» a seguir aunque existe un fuerte consenso clínico en el uso de la Terapia Cognitivo-Conductual (Barkley, 2006).
Según las principales Guías de Tratamiento Internacionales (NICE, CADDRA) el tratamiento para adultos con TDAH comprende cuatro pilares básicos:
- Farmacología: disminuir la sintomatología, mejorando el funcionamiento cognitivo.
- Psicoterapia Cognitivo-Conductual): tratar la sintomatología de los trastornos coexistentes, hacer un trabajo emocional (por ejemplo en la frecuente sintomatología ansiosa/depresiva secundaria), mejorar la autoestima, etc. Técnicas para el control de la ansiedad, de la ira. Terapia conductual para cambiar los pensamientos irracionales disfuncionales que les llevan a ver las situaciones de forma inadecuada.
- Coaching TDAH: mejorar el funcionamiento ejecutivo a través de un mayor auto conocimiento y la aplicación de estrategias para las diferentes áreas de desempeño cotidiano. Mejorar el control del tiempo, la procastinación, la falta de activación de la persona que le lleva a un bajo cumplimiento de sus tareas y a un sentimiento de ineficacia.
- Psicoeducación, informar y formar al adulto con TDAH y a familiares cercanos acerca del trastorno. El adulto debe convertirse en un experto en su problema. Este conocimiento le permite no sólo ser consciente de la interferencia del trastorno en su vida cotidiana, sino también que el mismo sujeto detecte sus dificultades y defina sus propios objetivos terapéuticos junto con el psicólogo.
El TDAH en el adulto está infradiagnosticado y algunas de las personas que padecen este trastorno pueden haber aprendido por la experiencia y con mucho esfuerzo por su parte estrategias para manejar su vida cotidiana de forma medianamente adaptativa pero otras sufren por las dificultades con las que se encuentran en su día a día y por un pasado lleno de obstáculos que no han podido resolver, aumentando la posibilidad de padecer trastornos psicológicos como los trastornos de ansiedad o depresión y con la autoestima dañada.
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